Se alza el Parador en la margen izquierda del río Tormes, sobre un montículo que mira de frente al casco monumental de la capital. Sus ventanales y cristaleras se convierten en un mirador excepcional de la ciudad, un museo al aire libre, en el que sobresalen las torres de la catedral. Elegancia, confort y amplitud son tres de los rasgos que caracterizan las estancias comunes, los salones de reuniones y las habitaciones. Decorado con buen gusto por la presencia de mármoles y otros materiales de lujo, el interior ofrece inmejorables panorámicas que pueden contemplarse desde todos los salones, la piscina o desde la mayor parte de las habitaciones. El comedor ofrece platos de la tierra, como el hornazo, el farinato, embutidos ibéricos, queso de Hinojosa, tostón, rosquillas de Ledesma y almendrados.